¿LO SABÍAS?
Durante siglos, las pelucas fueron un símbolo de estatus en toda Europa. La moda de llevar pelucas no comenzó por razones estéticas, sino como una solución para ocultar los estragos causados por la sífilis, una enfermedad devastadora que provocaba la pérdida de cabello y otras complicaciones graves. Esta epidemia, que se extendió por Europa en el siglo XVI, afectó a millones de personas, convirtiéndose en una de las peores de la historia después de la Peste Negra.
En respuesta a la creciente necesidad de ocultar los efectos visibles de la enfermedad, las pelucas se volvieron populares entre las clases altas. Además de cubrir la calvicie, las pelucas también se utilizaban para disimular el olor de las llagas, utilizando esencias como lavanda o naranja.
La tendencia alcanzó su punto álgido cuando el joven rey Luis XIV de Francia comenzó a perder cabello a los 17 años, no debido a la sífilis, sino probablemente por razones genéticas. Para mantener su imagen regia, contrató a los mejores peluqueros del país para crear una variedad de pelucas que ocultaran su alopecia. Este acto real impulsó aún más la popularidad de las pelucas entre la aristocracia europea, convirtiéndolas en un símbolo distintivo de estatus.
Sin embargo, la era de las pelucas llegó a su fin a finales del siglo XVIII. Durante la Revolución Francesa y la Guerra de Independencia Americana, las pelucas cayeron en desgracia debido a su asociación con la aristocracia decadente y los gastos exorbitantes que implicaban. Incluso se impusieron impuestos sobre su uso en algunos países, lo que finalmente llevó a su declive como accesorio de moda dominante en Europa.
